lunes, 3 de marzo de 2014

Reflexión

“Se invita a la profesión de enfermería y a cada enfermera a considerar / reconsiderar: ¿Cómo pasamos por la vida? ¿Cómo mantenemos el equilibrio para traer el arte del cuidado y la conciencia global de la caridad a nuestras vidas, nuestro trabajo y nuestro mundo?” (Watson, 2006, p. 296)*

Mediante esta reflexión Watson pone en relieve la importancia de la perspectiva ideológica y filosófica de la enfermería en el desempeño de su profesión. Las formas de entender la función y la profesión, de ver la persona y la realidad y de vivirla, y de definir los objetivos es diferente para cada profesional y es de lo que dependerá, en gran medida, el rol que adopte en la práctica clínica.

Fue en la Universidad donde yo tuve el primer contacto con la profesión enfermera. Entonces, los temas de paradigmas y modelos enfermeros, es decir, el marco conceptual de la disciplina, me parecía de poca importancia y un mundo alejado de la práctica. En aquel entonces, el aspecto esencial de nuestra profesión para mí lo constituían, los cuidados y las actuaciones enfermeras en los aspectos biopsicosociales.

En el último año, antes de finalizar mis estudios en la Universidad, realicé prácticas en una planta de Medicina Interna en el Hospital Donostia. Creo que jamás olvidaré mi experiencia al cuidado de un paciente de mediana edad aquejado de una cirrosis hepática a causa del alcoholismo que había padecido durante gran parte de su vida. Me pareció un caso interesante y decidí basarme en él para un trabajo sobre un caso clínico que debíamos presentar. Leí su historia clínica y hablé con los profesionales que habían estado a su cargo.

De pronto, allí estaba, sentada delante de mi plantilla con las 14 Necesidades Básicas de Virginia Henderson al lado de su cama esperando realizar una valoración holística, tal y como me habían enseñado en clase. Su aspecto desaliñado y su expresión desesperada y cansada me produjeron lástima. Empecé por la necesidad de respirar y terminé con la necesidad de aprender. No salía de mi asombro. En media hora habíamos hablado de aspectos que desconocía de su vida, que ni siquiera se mencionaban en su historia, pero de vital importancia para él. Me habló de sus temores por la inminencia de la muerte, de su deseo de poder hablar por última vez con su familia, a la que, según él, comenzó a contar sus primeros coqueteos con las drogas y su posterior dependencia. Rompió a llorar. Comprendí que eran temas muy comprometidos e íntimos, vivencias muy personales.

Al terminar la entrevista cogí el NANDA, NIC y NOC y empecé a diseñar los cuidados. Había diagnósticos y actividades que jamás me había planteado, ni las había usado en los periodos de prácticas. Ilusionada, planteé un plan de cuidados que, a mi parecer, abarcaba todas las dimensiones de aquel paciente.

Al día siguiente, al ir a la planta les enseñé a los compañeros de la unidad mis conclusiones y los cuidados planteados. La enfermera con la que estaba me dijo que sería difícil llevarlos a cabo, ya que involucraba a su familia en algunos puntos. Pero los seguimos en la medida de lo posible. Hablamos con él sobre la vida y la muerte, sobre la felicidad, la familia, etc. Lloramos y reímos al recordar vivencias pasadas, momentos difíciles y otros divertidos.

Unos días más tarde falleció. Confieso que lo primero que me vino a la cabeza fue que no pudimos concluir todas las actividades que nos habíamos propuesto para él. No nos había dado tiempo. Me había pillado desprevenida. Aquel hombre murió en la soledad, sin poder cumplir su sueño de poder despedirse de su familia y de pedirles perdón. Reflexioné acerca de nuestra actuación. ¿Habríamos ayudado a aquel hombre? ¿Cómo viviría los últimos momentos? ¿Estaría preparado? Yo, sinceramente, creo que no. En algo habíamos fallado. No creo que mi plan de cuidados tan holístico y completo llegase a funcionar, no se cumplieron los objetivos propuestos. ¿Por falta de tiempo? ¿O quizás por no haber abordado correctamente los déficits de autonomía? No lo sé.

Aquel fue el punto de partida de mis reflexiones acerca de mi cometido como enfermera. Empecé a comprender aquellos temas tan incongruentes sobre la naturaleza de la profesión y el pensamiento enfermero. Mi visión de la enfermería había cambiado. Me hice estas preguntas que formuló Watson y llegué a la conclusión de que ni yo misma conocía la respuesta, era una nueva dimensión para mí. ¿Será tal y como dicen Benner y Wrubel algo que abarca el cuidado y el estudio de las experiencias vividas con respecto a la salud, la enfermedad, el malestar y las relaciones entre los elementos la práctica enfermera? ¿O es la ciencia y práctica que amplía la capacidad de adaptación y mejora la transformación del entorno, como Roy afirma? ¿Es interacción humana? Existen innumerables perspectivas acerca de ello y será diferente para cada persona.

Vosotros, que ya tenéis una visión y experiencia en los cuidados ¿cómo vivís y cómo entendéis la profesión que elegisteis? Os invito a reflexionar sobre ello, ya que a mi parecer, es esencial conocer estos aspectos y sus significados para uno mismo crecer, uno mismo, tanto profesional como personalmente.  


* Watson, J. (2006). Walking pilgrimage as caritas action in the world. Journal of Holistic Nursing, 24(4), 289-296.

4 comentarios:

  1. No quiero erigirme en adalid contra los planes de cuidados, porque sé que son importantes, pero de ¿qué sirven en situaciones como estas? Si no llega a estar esta chica de prácticas, nadie se hubiese parado a hablar con este paciente, nadie le hubiese acompañado sus últimos días, nadie le hubiese sacado sus últimas sonrisas y nadie le hubiese escuchado detenidamente para que expresase sus preocupaciones.
    En algunas plantas la enfermera está totalmente sobrecargada, el sistema está haciendo que se conviertan en auténticos autómatas, que aprovechan los 30 segundos en los que cuelgan un suero para decirle al paciente qué tal está y se acabó. Entonces de qué me sirve perder además tiempo en elaborar un plan de cuidados perfecto, si mientras lo estoy haciendo el paciente se encuentra solo, desamparado y temeroso tumbado en su cama ante sus últimos instantes de vida. Nuestro sitio está al pie de su cama, no delante de la pantalla del ordenador, es mi humilde opinión.
    Tanto enfermeras como pacientes somos víctimas del sistema, la falta de tiempo creo que es crucial a la hora de no poder desarrollar plenamente nuestra labor.

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  2. Watson, Virginia Henderson, Benner, Wrubel, Roy, entre otras/os.
    Los llamaré clásicos.
    ¿Qué suelen aportarnos los clásicos?
    Evidentemente, pueden aportarnos muchas cosas y, alguna de estas cosas, es que nos hacen pensar.
    Cuando pensamos, seguro que encontraremos razones para cuestionar algunas ideas y seguro que nos traeran recuerdos que parecían olvidados.
    Sin embargo, en estos tiempos y, seguro que siempre ha sido así; necesitamos que de alguna manera, algo o alguien, nos recuerde el verdadero significado de las palabras.
    Es decir, que volvamos a sentir la esencia de las palabras.
    Tenemos a los clásicos y herramientas como NANDA, NOC y NIC, para que nos hagan pensar, lo que nos dará una mejor oportunidad para llegar a ser mejores enfermeros/as. Si esto sucede así, nuestra sociedad vivirá tiempos mejores, en alguna medida.
    Un afectuoso saludo.

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  3. La naturaleza de la disciplina enfermera está directamente relacionada con el entorno con el que convive, es decir, la realidad socieconómica, cultural e histórica. Así, aunque la esencia de la misma continúe siendo la misma, su función y metodología de trabajo se adaptan.
    Las mayoría de las teorizadoras que conocemos son norteamericanas, al igual que las taxonomías NANDA, NIC y NOC. Describen la realidad de la enfermería norteamericana, que puede que no se corresponda con la que vivimos aquí.
    Puede que lo que necesitemos sea una clarificación de la naturaleza de la enfermería Española (de la epistemología y ontología) y una herramienta metodológica que nos ayude a llevar a la práctica éstos conceptos, adecuados a nuestra realidad y a los recursos de los que disponemos para poder ejercer una nueva enfermería.
    Poder dedicarnos a cuidar, y no a suplir, y ampliar nuestro campo de acción, todavía bajo la dominancia hegemónica de las dimensiones biofísicas, está de nuestra mano.
    Un saludo

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  4. Increíble entrada.
    Durante estos tres años carrera tengo la sensación de que en la carrera sobretodo aprendemos síntomas y enfermedades. En mi opinión, deberíamos tocar más este aspecto de la enfermería como dice Jose de estar al pie de la cama y que nos enseñen cómo tratar, acompañar, hablar, en definitiva, tener estrategias y aprender un poco de esa esfera psicóloga de la enfermería.
    Pasa tú por la vida, no que la vida pase por ti.

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